domingo, 19 de diciembre de 2010

DOLLS

Realmente una película muy hermosa que necesita de cierta dosis de sensibilidad para apreciarla. 

CRITICA DE JULIO RODRÍGUEZ CHICO

"Dice Kitano que "la violencia es como la comedia", y eso es lo que se concluye al ver "Dolls", una película extremadamente lírica, poética, pero con una dureza desgarradora que brota de cada uno de los pro-tagonistas y que penetra hasta el interior del espectador. Con ella, el director de "Hana-Bi" y "Brother" se aleja de sus habituales historias de muerte y mutilación para intro-ducirse en las profundidades del amor, y abandona su tradicional estética de azules y grises para desplegar toma una gama de colores vivos.
Sin embargo, la novedad es sólo aparente porque realmente en to-das sus películas palpita esa mezcla explosiva entre felicidad y soledad, amor y violencia, vida y muerte, de forma que una brota cuando menos se espera y nunca pueden delimitarse con precisión: son condimentos de la vida que no se pueden separar, imprevisibles y misteriosos, que sólo encuentran sentido en el corazón de los enamorados.
Enamorados son las parejas protagonistas de las tres historias que, hilvanadas magistralmente y recorriendo las cuatro estaciones del año, nos ofrecen un fresco que se acerca a la tragedia griega o más bien a la milenaria tradición nipona. Vienen precedidas por un prólogo en el que asistimos a la representación de una historia de amor en un teatro japonés de marionetas bunraku, que sirve de pre-monición para lo que después veremos: se nos ofrece como una lección moral de la rica sabiduría oriental sobre la vida y el amor.

La historia de los vagabundos atados –mejor que "mendigos", error imperdonable del doblaje– es la más de-sarrollada y la más rica estéticamen-te, a la vez que sirve de trabazón con el resto. Con apenas diálogos por la mudez de ella, se nos narra la vid errante de un joven que precipitó a su novia hacia el suicidio al preferir com-placer a sus padres y casarse con la rica hija de su jefe; al darse cuenta de su error poco antes del compromiso, decide consagrar su vida entera al cuidado de la infantilizada muchacha, ligando sus destinos incluso con una soga que la mantenga a su alcance. La segunda trama bien podía llamarse de "la novia eterna" al recordar un acomodado y senil mafioso cómo la novia que tenía cuando era un simple trabajador le prometió que todos los sábados de su vida le llevaría la comida y le esperaría en ese mismo banco del parque en el que entonces se despedían; tras más de cincuenta años, vuelve al lugar y redescubre su amor juvenil, aunque algo ha cam-biado... Por último, tenemos al fan de una estrella del pop, que por amor y para ganar a la mujer que idolatra se quita los ojos cuando ella sufre un accidente y decide apartarse del mundo "para así poder verla".
Estamos ante una mirada pesimista del amor –atadura cuando se tiene y más aun cuando se pierde– e imbuida de una fuerte carga fatalista, con unos personajes que parecen no poder tomar otras decisiones en su vida. Es una mirada nostálgica al amor que se dejó perder y que se ha convertido en fuente de remordimiento y de culpabilidad –en los hombres en las dos primeras historias, y en la cantante también–, que no supieron descubrir a tiempo el amor verdadero y que, cuando lo atrapan, es en unas condiciones tan precarias que apenas dura. Es, en definiti-va, un acercamiento amargo a una vida que se escapa y que no de-ja satisfechos a quienes buscan amar: una visión no muy lejana al del resto de su producción, con seres fríos y en soledad que luchan por sobreponerse a un mundo hostil.
Narrativamente, Kitano se aleja del molde comercial y apuesta por la rup-tura cronológica y espacial en el dis-curso, echando mano de frecuentes elipsis y rápidos flash-back, así como de abundantes metáforas y transpa-rencias que dan un tono poético y contemplativo al film. Una muy cuidada y preciosista fotografía, con bellas estampas de parajes naturales japoneses y un colorido lleno de vistosidad completan una puesta en escena en que los actores emu-lan a las marionetas-máscaras orientales en una interpreta-ción sobria en los gestos pero que permite mostrar unas al-mas dolientes por un amor imposible que no lograron atisbar.

Película muy recomendable por su cuidada e inteligente construcción, y también por hablarnos de realidades universales que interesan a un espectador que tenga educada su sensibilidad, y que sea capaz de percibir las cosas bellas y las realidades más humanas –donde siempre está el amor– que laten en el interior de todos sin caer en el sentimentalismo ni la cursilería."

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