sábado, 1 de enero de 2011




Vivir es este puro mecerse insatisfecho
que sólo se consuela en su vaivén,
perdición de intemperies, aire libre
que construye en el aire
su infiel arquitectura sin cobijo.

El soplo de la carne deja su tibia estela,
contoneo de los desequilibrios,
huella de su volar desorientado,
y allí donde no hay nada encuentra pie,
y a veces se detiene, ingrávida, en la altura,
aleteando de existir conforme.

Querer es este impulso elemental
que sólo se alimenta de querer,
ráfaga incosecuente de apetito,
capitel de ambición, afán perfecto
que ni está sostenido ni se sostiene.

Pensar es este cálido refugio en el vacío,
estas aladas cincunvoluciones
que encuentran su armonía en ocurrir,
mundo dentro del mundo, brisa leve
que abanicó la tierra el primer día.

La voluntad, la vida, el pensamiento
son esta fantasmal pirámide en el viento.

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