Mi noche es una pesadilla de lágrimas de hielo
que no se dejan secar.
Atardece y ya no tengo sombra.
Temo la oscuridad invadida de mi habitación
a la que tengo que entrar,
sólo a su puerta la miro y ya no respiro.
Caigo y abandono.
Mis páginas no las pasan inciertos dedos,
ya no leen ni huelen mis textos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario