Sir Simon Rattle escoge "La Consagración de la Primavera" en su debut como director de la Filarmónica de Berlín. La orquesta está en el foso y sobre el escenario, más de 250 escolares alemanes, de todas las edades y razas, se mueven al ritmo de la música de Stravinsky en una coreografía creada para ellos por Royston Maldoom. Horas, días y meses de trabajo desembocarán en un experimento artístico y pedagógico único en el mundo.
Los chicos, orgullosos desconocedores de música clásica y de ballet contemporáneo, hablan de lo que sienten y de lo que no sienten, se disciplinan con la paciencia del coreógrafo, canalizan alboroto, fobias y pudores y empiezan a bailar. Armonía, torpeza, espontaneidad, ritmo, entusiasmo. Un largo camino hasta que empiezan a apreciar el valor de la representación colectiva y la entrega, a abandonarse a la música y a utilizar el cuerpo para expresarla.
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