MIS MANOS
Busco los harapos miserables que la vida
fue dejando tras nuestros pasos.
Y en mis manos ya son retazos
que se deshilacharon al aliento de mi boca.
Quizás los suaves tejidos no quisieron
dejar que el peso de nuestras manos
quitaran las minúsculas motas
de amor que allí se depositaron.
Me dejo caer, libremente,
sobre un triste lecho sin calor alguno
y mis ojos miran a lo alto, sin detenerse.
Sólo azul ... sólo un breve blanco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario