miércoles, 13 de mayo de 2009


MIS MANOS

Busco los harapos miserables que la vida

fue dejando tras nuestros pasos.


Y en mis manos ya son retazos

que se deshilacharon al aliento de mi boca.
Quizás los suaves tejidos no quisieron

dejar que el peso de nuestras manos
quitaran las minúsculas motas

de amor que allí se depositaron.

Me dejo caer, libremente,

sobre un triste lecho sin calor alguno

y mis ojos miran a lo alto, sin detenerse.

Sólo azul ... sólo un breve blanco...


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