El canon, una vez lo consideremos como la relación de un lector y el escritor individual y nos olvidemos de él como lista de libros, será idéntico a un Arte de la Memoria literario. Se ha convertido en una elección entre textos que compiten para sobrevivir y, al parecer, no es muy inteligente que se defienda como la encarnación de virtudes morales, que se suponen que puedan componer nuestros valores normativos y principios democráticos. La razón estriba en que los escritores occidentales más excelsos subvierten todos esos valores.
Realmente, leer a Shakespeare no nos va a hacer mejores ni peores, sólo nos puede enseñar a oírnos cuando hablamos con nosotros mismos.
Otros de los puntos importantes en Bloom es la crítica que hace a las instituciones intelectuales, culturales, académicas… Afirma que se están destruyendo todos los criterios intelectuales y estéticos de las humanidades y de las ciencias sociales en nombre de la justicia social. El aprendizaje esta siendo devaluado porque se considera irrelevante. El canon occidental pretende imponer límites, establecer un patrón de medida que no sea ni político ni moral, sin tener como objetivo incrementar las élites sociales preexistentes sino para que la persona encuentre el verdadero poder y autoridad estéticos.
También afirma que, a pesar de llevar una vida de lectura y reelectura es imposible recorrerlo dado que nadie tiene autoridad para precisarlo. A ello lleva el definir la mortalidad o inmortalidad de las obras literarias y sólo puede afirmar que Shakespeare es absoluto.
Otros de los puntos importantes en Bloom es la crítica que hace a las instituciones intelectuales, culturales, académicas… Afirma que se están destruyendo todos los criterios intelectuales y estéticos de las humanidades y de las ciencias sociales en nombre de la justicia social. El aprendizaje esta siendo devaluado porque se considera irrelevante. El canon occidental pretende imponer límites, establecer un patrón de medida que no sea ni político ni moral, sin tener como objetivo incrementar las élites sociales preexistentes sino para que la persona encuentre el verdadero poder y autoridad estéticos.
También afirma que, a pesar de llevar una vida de lectura y reelectura es imposible recorrerlo dado que nadie tiene autoridad para precisarlo. A ello lleva el definir la mortalidad o inmortalidad de las obras literarias y sólo puede afirmar que Shakespeare es absoluto.
Harold Bloom, su autor, es el supercrítico supercriticado. Ha sido profesor de literatura en Harvard y en la actualidad ejerce como catedrático de Humanidades en Yale y de Literatura inglesa en Nueva York. Es ensayista y uno de los más importantes críticos de EE.UU. Merecedor del premio de la Academia Americana de Artes y Letras. No se encuentran comentarios en la red que estén de acuerdo con él pero, aún así, suele ser una referencia de peso por su erudición y dedicación al mundo literario.
Su libro Cómo leer y por qué es un repaso de las mejores obras clásicas de la historia de la literatura en los últimos 200 años y nos aporta una explicación detallada y concisa sobre los aspectos más relevantes que cada una de éstas y motivandonos a su lectura. De todas formas, no voy a ser menos, le criticaría su excesiva tendencia a lo anglosajón en detrimento absoluto de las letras hispanas.
No resulta indiferente y se aprende mucho si se quiere. Nadie puede obligar a seguir una directriz en un gusto pero, para poder hacerle frente a este autor, es obligado tener un buen nivel y exigirse mucho a uno mismo y a todo lo que caiga entre las manos. Es un reto no estar de acuerdo con buenos argumentos y no sólo con vagas opiniones. Leer a fondo a Milton, Dante, Shakespeare, ... requiere tiempo, meditación, soledad y paciencia. Factores que, actualmente, pocos pueden tener a su disposición. Tener un criterio requiere tiempo y madurez; las prisas en este negocio no dan ganancia en un corto plazo y el recorrido es ... , a pesar de Bloom, largo.
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