
La revolución de las formas instigada por Niemeyer está ligada a su descubrimiento de la capacidad moldeable del hormigón armado. Así se puede ver desde sus primeros trabajos fechados en 1936, como la sede del Ministerio de Educación en Río. Aunque es con el proyecto de la sede de la ONU, en 1940, cuando ensaya a fondo con las posibilidades del hormigón.
El modernismo de Niemeyer está caracterizado por su famoso culto a la curva, pero también, precisa el comisario, por su afán de integrar sus construcciones con el entorno. La vegetación está siempre integrada y es cómplice de los edificios y del uso que se les va a dar. Las grutas naturales, por ejemplo, forman parte de sus edificios más emblemáticos
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